RETORNO VIRAL
Este volver delata una ausencia virtual que ha dado para muchas presencias. Al final, creo que escribo solo para mi y dejar este blog sin movimiento, tiene el significado de otras ocupaciones que han ido llenando los meses, desde que lo dejé en suspenso. Sin embargo, la vida ha seguido escribiendo en mi y yo interactuando con ella, a un ritmo y lugar elegidos. Todos vamos llenando páginas en el libro de la existencia, en mi caso, cual lienzo que a veces no tiene quien lo pinte pero no por ello dejan de perder sentido el pintor ni la pintura.
Me fui, me voy, pero siempre estoy presente. Vuelvo a dejarme ver, quizá por un lector inexistente, quién sabe a dónde van a parar tantas palabras en el agujero negro de la globalización de estos tiempos, en los que la vida ha vuelto a florecer a riesgo de perderla. Un virus ha venido para mirarnos de frente en el espejo de la cotidianidad y para dejarnos entrever desnudos de certezas e impotentes ante el miedo. Es como un paréntesis histórico pero no desconectado de la historia, la misma que ha cambiado para siempre el destino de las cosas materiales y los embelecos del consumismo. La mortalidad nos ha convocado con ímpetu y nunca el mañana ha sido más dudoso. ¿Dónde quedó el vestido listo para la fiesta, las invitaciones aprobadas, el simple paseo por una calle repleta de gente y el compartir una copa de vino en la barra de un bar? Y tantas acciones que ahora no tienen nada de triviales precisamente porque no sabíamos qué era vivir sin ellas.
Esta dizque pandemia, además de alterar la dinámica social, económica y política, con todos los impactos que implica decidir de forma inédita sobre el destino de los seres humanos, con los instrumentos más útiles y maleables como son el miedo y la incertidumbre, ha sacado las vergüenzas estructurales que el sistema que nos rige nunca podrá del todo evadir. Es como si la humanidad por fin coincidiera en un solo y único lugar pero sin saber por qué ni hasta cuándo. Ojalá hubiera sido para mirarnos por fin en la consciencia de un planeta que no aguanta más el desastre causado por el ser vivo más siniestro que lo habita, el mismo que no ha tenido pudor para dañarlo y ahora espera con ansia la respuesta que no puede darle.
Nos queda el poder de cada uno de los cuerpos sobrevivientes, vestidos por fin todos con la máscara que nos equipara sin miramientos ni privilegios. La igualdad ha llegado y el maquillaje exterior se queda huérfano. Es posible que debamos volver a dentro de nosotros mismos, y vivir de una manera simple ya no sea tan complejo. Quizá así, un virus no sea lo letal, sino la metáfora de los males interiores que quizá, si los tratamos con cuidado, serán los que podrán salvarnos y sanarnos.
AUSENCIA DESCONFINADA
Ausencia es un poema truncado
El vuelo suspendido
La contención del alma
El espejo donde quienes no están te miran
La parálisis hacia un tiempo nuevo
Y una canción sin música
Cuando te nombro ausencia
El ser se desparrama
La nada es el lugar
Un espíritu sin ojos
Y manos que no llegan
Un corazón sin pulso
Los pasos detenidos
Mirando hacia atrás el horizonte
Acaso mueren y nacen los abrazos
Cómo es que un día llegan a ser tan esperados
y nombrar lo que existió
mientras el tiempo lo detuvo
sobrevivió porque no estaba
y vive porque casi muere.
Ah, la vida, tremendo es tu palpitar
Incesante aún en los silencios yermos
En los sentimientos huídos
Y en el vacío incierto
Penden de sí los humanos
Como la hoja seca del árbol que la brota
Por mucho que la tierra la vea deshacer
Mueres cuando no estás
O cuando vives mueres
Sin duda lo bello de la ausencia
Es la ausencia misma
Porque es de amor de lo que está hecha
Desvelo del lunes 11 de mayo de 2020 en primavera confinada