viernes, 27 de abril de 2012

Yo no te olvido tierra mía, la tierra de mi memoria.


INFORME DE LAS AUSENCIAS

Estar ocupada, es estar viva.
Y pasa el tiempo, hemos vuelto o quizá nuevamente pensamos en marchar.  Y los días siguen, la primavera se asoma en forma de lluvia e incertidumbre climatológica.  El invierno ha sido crudo por lo seco y por la ausencia del blanco brillo de la nieve en este lugar del mundo (Pirineo de Lleida).  Aunque aparentemente todo está como quieto, todo se sigue moviendo, incluso la naturaleza, y mi naturaleza.  Me muevo así tenga frío, el estado normal de mi pequeña humanidad.  Me muevo, luego existo.  También las ausencias cuentan, el silencio y la oscuridad. La hibernación es otra mutación, la preparación para un nuevo sol que seguro nos calentará.

He vuelto de un país llamado Colombia en el que dejo mi piel en cada despedida, de una ciudad llamada Medellín, que le planta cara al futuro con alegría, de unos afectos y memorias que aumentan con los regresos.  He dejado aquel lugar de voceadores de aguacates, mangostinos, artificios para las ollas a presión, cambio de vajilla por oro, carambolos, verduras de Santa Elena y del oriente antioqueño, de escobas y trapeadoras, "le corto el césped y le arreglo la entrada", "mazamooorraaaaa", el periódico y la campanita de los helados, ah, y los temblores de tierra tan normales que incluso son tema de conversación entre los vecinos, al igual que la fiesta o la música a alto volumen a deshoras de algún callejero que perturba el curso de la noche, cuando "el músculo duerme y la ambición descansa".  País de aguapanela con limón y arepa tostada; de pandebono y sopa de arracacha; de restaurantes donde irrumpen guitarras y mariachis o rock y boleros; de frutas por doquier, de olor a algarrobo y tamarindo, de guayacanes florecidos.  De climas cálidos hasta nevados.  De sobrevivientes y contrastes. De todo, incluso de lo amarillo que sale en la prensa y en los noticieros pero que es lo mínimo, aunque parezca lo máximo.
 Guayacán
     Carambolo  
Arracacha  

                      

Y durante este final de marzo y ahora a finales de abril, el mundo también se ha movido.  Siguen dando noticias de Siria y de la primavera árabe, casi todas ellas increíbles, o mejor será decir, mentirosas, las veo y no las creo, como no creo en tanto reportaje que sólo muestra lo negativo de las personas y de los lugares, como el que publicó hace unas semanas El País de España sobre mi ciudad de la eterna primavera, que no es perfecta pero tiene grandes méritos.  Como las de los bombardeos en el mundo, los informes de CNN y las malas compañías, como las aparentemente positivas pero manipuladas y producidas por los dueños del poder detrás de la desinformación.  Estoy harta de que le pongan titulares a lo que tengo que pensar, de que me inventen guerras y desacuerdos, de que los países sean de primera o de segunda o de ninguna categoría.  Estoy harta con el tema de Cuba que nos divide a los latinoamericanos; estoy harta de saber que hay unos responsables de la crisis y después sean los asesores de los organismos internacionales y de instancias estatales; estoy cansada de que sigan promoviendo la felicidad a través de algunas multinacionales que inventan enfermedades, de las que se apropian de los recursos naturales de los países menos favorecidos, de los neocolonialismos económicos; me molesta la inexistente autocrítica de los políticos, también que alguna gente compre productos chinos y de otros lugares sin mirar en el fondo de la etiqueta, marcada con la esclavitud de seres humanos y la decadencia del  capitalismo global.  Me decepciona, tanto como los premios nobel inmerecidos,  que el orígen de la guayabera  y un incidente de la seguridad de Obama, hayan sido más importantes que la propia Cumbre de las Américas en Cartagena de Indias.



Paisaje de tierra fría - Santa Elena (Medellín)
Y de regreso a España, sigue el movimiento, la UE mide y cuenta, Alemania se impone, o mejor Merkel; el déficit, la recesión, los parados de larga duración, los desahucios inmobiliarios y la bolsa, la de la compra, la de valores, la del dinero, la de la vida.  El fútbol rompe la esencia, absorbe las emociones y hasta la cultura (¿cuánto valdrán los jugadores en tiempos de crisis?).  Ah, y la operación bikini o la última moda en USA de  la dieta que se hace por la nariz  (???????) o las cremas que "rejuvenecen" (ja ja ja) en dos semanas. Cuánto se recorta el Estado de Bienestar pero cuánto "sacrifican" los que manejan la tijera. A dónde vamos a parar si no tenemos una mínima soberanía sobre la cosa pública.  ¿Tenemos que estar delgados en todo?. ¿Y qué hacemos los individuos para cambiar la queja por la solución?.

Ante este panorama, yo, optimista atávica (como dice de la humanidad un señor muy famoso de Catalunya), optimalista (como apuntan algunos de la psicología positiva), mujer resiliente como me defino, me digo que entre tanto desasosiego infundado, y verificando que después de todo, lo malo es lo menos, pues también remedio mi hartera y mis molestias con todo lo bello y propositivo que me rodea que es lo máximo.  Me congratula ver cómo crecen las ideas creativas frente a la crisis, cómo las personas se hacen nuevas preguntas sobre su presente y hacen propuestas a través de sus hábitos de vida para sacar algo positivo de ella.  Me reconforta recordar, por ejemplo, que en mi país y en muchos lugares del mundo, hay mucha gente que lucha cada día para conseguir pequeñas metas, que trabaja por la paz, gente que cuestiona el consumismo, que no se dejan seducir por las dietas o los productos milagro.  Me entusiasma ver a otros tantos que se movilizan en defensa de su territorio, para revisar los errores, para buscar sentido a su destino colectivo. Me alegra volver a mi TROPIC, mi pequeño espacio de la diversidad en un pueblo llamado Barruera, en la Vall de Boi, donde también podemos aportar soluciones.  Me hace feliz ver que mis buganvilias sobrevivieron al frío, como yo y se preparan para florecer en esta montaña, mi lugar, desde donde veo el mundo y puedo también hacer algo para transformarlo. Sigo siendo una sobreviviente que se resiste a la pasividad y cree en la capacidad de los seres humanos para reinventarnos.



 
                                                  Buganvilia
Todos los días veo ejemplos de que el mundo puede ser mejor, incluso más justo si aprendemos de lo que está pasando.  Que podemos integrarnos aún sin tratados internacionales ni cumbres presidenciales. Pero lo más claro que me queda es que el mundo cambia definitivamente para bien, cuando cada uno de los seres humanos responsables de sí mismos y de su entorno, hacemos pequeñas cambios, por sutiles que sean, que sumados serán el gran cambio para todos. 

!TRANQUILOS, QUE YA VIENE EL VERANOOOOO¡

Ahí les quedan fotos de la belleza de mi país para que vayan que por ahí dicen "THE ONLY RISK IS WANTING TO STAY" en Colombia.