lunes, 12 de enero de 2015

ANTIDESEOS

Ya estamos otra vez empezando un nuevo año, aunque en la práctica no suele comenzar el 1o. de enero.  Pasan unos días para reacomodarnos, recoger las sobras y completar los desórdenes comunes de esta época, de retomar los lunes y los horarios normales.  Por supuesto todo depende de la situación de cada persona.  Sin embargo, somos seres rituales y tendemos a repetirnos, sobre todo por el hecho de que necesitamos la certeza, la previsión o la "seguridad" en algunos comportamientos que nos definen como parte de una sociedad y así el cambio de año parece copia de los anteriores, empezando y terminando por el consumo o, mejor, el consumismo.

En esa retahíla de deseos, objetivos y metas para el nuevo ciclo, en los cuales no siempre influye la realidad subjetiva, me atrevo a decir que hay un listado infalible que no cambia con el curso de los tiempos: hacer dieta, adelgazar, ir al gimnasio, dejar de fumar, aprender idiomas, viajar, pagar deudas, ser organizado, cumplir los compromisos, en fin.  Más allá de ignorar esa ritualidad, por demás válida, me pregunto ¿es necesario desear tanto? ¿son mis deseos los mismos de la masa? Lo digo también porque tanto diciembre como enero a veces se vuelven cansinos en instrucciones para desear y deshacer los deseos.  Es un contrasentido, te dicen que hay que comprar y comprar, comer y comer, regalar y recibir, y después te resaltan las consecuencias de lo anterior.  Por eso he repensado algunos de esos propósitos.

Hay una presión por parte de los medios de comunicación, digo mejor, de los intereses de algunas empresas, para que seamos la imagen que han creado anticipada y deliberadamente sobre nosotros y nosotras. El peso, la talla, la imagen de las personas es el yacimiento por excelencia de excesos  y defectos, tal como las cosas materiales. Estamos muy ocupados para cocinar, siempre estamos gordos, la ropa debe ser de una talla menor, no podemos envejecer ni tener celulitis, las arrugas son antiestéticas, estamos enfermos, algunos sentimientos son síndromes, somos adictos, por eso necesitamos y necesitamos.  Y claro, todo esto nos obliga a estar dizque conectados, atados a un aparato que ya es prácticamente parte del cuerpo humano. Quizá el énfasis debería estar en cuestionar las incitaciones cotidianas de esta globalización mal entendida.  En levantarnos contra quienes nos fabrican, la industria alimenticia, la desmedida dependencia de la tecnología y los medicamentos, la moda y la estética contemporánea unánime que nos robotiza, lo cual nos lleva a tener una carga en el amplio sentido de la palabra. Subrepticiamente, y no siempre, se nos incita a no quedarnos atrás, 'todos queremos primero lo último' dice un comercial. Pues no, no todos, estoy segura.  Porque también existen los antideseos, digo yo, actitudes que mucha gente defiende con coherencia.

Mi mayor antideseo que cobija a todos los demás, es la rebelación de la consciencia, esa luz que nos descubre como seres capaces de cambiar lo que nos molesta, nos utiliza y nos hace inhumanos, para que seamos auténticos, que dejemos de ser instrumentos de la publicidad.  Mis antideseos son no ser una cosa ni un número, nutrirme mejor que comer desmedidamente, alimentar lo que no tiene precio en este mundo capitalista, la creatividad, la ilusión de vivir, la capacidad de dar y recibir, el no juzgar a los demás; quitarme el peso de hábitos que me afectan, adelgazar el consumo de cosas inútiles, hacer gimnasia espiritual para adquirir mayor fortaleza ante el ejercicio de vivir y ser flexible con lo que no puedo cambiar; aprender y practicar los idiomas de la solidaridad, la humildad y la coherencia, ahondar en el lenguaje de la compasión; descubrir la belleza cercana y viajar al interior de mí misma; comprometerme en ser mejor persona, al menos con quienes están a mi más próximo alrededor, pagar las deudas afectivas y no comprar la esclavitud de miles de seres que producen para saciar nuestros deseos. Hago extensivos estos antideseos a quien quiera.  No los puedo enviar por whats app porque no tengo, ni tampoco por el móvil porque no tiene internet, si acaso por esta red que algo tiene de útil, al menos puedo poner esta pensada que me surgió viendo cómo enero acaba de arrancar y  es urgente perder los cuatro kilos de media ganados con los excesos de las fiestas, pues las rebajas se han de adaptar a la operación bikini porque pronto llegará el verano con otras "necesidades". Definitivamente, si algún deseo quiero tener, es no desear ni necesitar tanto de lo que algunos deciden.  Eso sí, pienso caminar sin prisa y estar conectada con las maravillas de la existencia.