miércoles, 28 de noviembre de 2012

MIRA LO QUE COMPRAS Y TE DIRÁS QUIÉN ERES

En estos días vimos una noticia sobre lo sucedido el 24 de noviembre en una de las 4.000 fábricas de ropa, la mayoría sin las mínimas medidas de seguridad que hay en Bangladesh, esta de siete pisos en el vecindario de Savar en Daca, operada por Tazreen Fashions. Se dijo que  las autoridades ordenaron se investigue la causa, la cual se desconoce. Se registra que este país gana anualmente unos 20.000 millones de dólares por exportaciones de prendas, principalmente a Estados Unidos y Europa.  Sabina Yasmine, una de las víctimas, quien perdió a su nuera y a su hijo entre las llamas, exclamaba "Oh, Alá, ¿dónde está mi hijo?, "Quiero que ahorquen al propietario de la fábrica. Por él muchos han muerto, muchos se han ido". Un bombero dijo que la mayoría de las víctimas quedaron atrapadas en el edificio, ubicado justo en las afueras de Daca, el cual carece de salidas de emergencia, tenía tres escaleras y las tres desembocaban en la planta baja por lo que los trabajadores no pudieron salir cuando el fuego envolvió el edificio y que si hubiera habido al menos una salida de emergencia por el exterior, la cifra de muertos habría sido mucho menor. Muchas de las víctimas quedaron tan quemadas que es imposible reconocerlas. La Asociación de Fabricantes y Exportadores de Prendas de Vestir de Bangladesh dijo que respaldará a las familias de las víctimas. Las fábricas de ropa del país hacen prendas para marcas como Wal-Mart, JC Penney, H&M, Marks & Spencer, Carrefour y Tesco, y agrego, entre otras tantas, algunas españolas, visibles en cualquier calle o esquina de las grandes ciudades y que aparentemente están tan limpias y cuidadas.
  
Esos noticieros que automatizan y anestesian nos hacen olvidar o no nos recuerdan, que muchas marcas están comprometidas además con el negocio de las armas, la devastación de la naturaleza, la contaminación, la explotación infantil, las enfermedades y más plagas de la modernidad.  Qué van a decir si ellos pertenecen a la misma cadena de producción de la destrucción de los valores humanos.  Pero aquí, sólo quiero concretar mi sentimiento de tristeza e inquietud por lo que sucede en las fábricas de ropa o las llamadas "maquilas" de bajo coste para las grandes marcas y con el más alto coste que es la explotación de seres humanos.

Sin embargo, hay también medios de comunicación y periodismo que humanizan.  Levantando el tapete, encuentro algunos oasis informativos, tales como algunos documentales independientes, entre ellos uno que muestra cómo llegan a estos países los empresarios occidentales que ni siquiera van a esos barrios donde la gente se está muriendo para que nosotros los compradores o los consumidores o los inconscientes occidentales estemos a la última moda. En el documental que recomiendo, se puede ver al intermediario, tan elegante como el empresario que se hospeda en hoteles de lujo que impiden ver la realidad de ahí afuera, donde familias enteras se mueren cada día de enfermedades prevenibles y curables, donde montones de gente trabajan sin descanso para cumplirle al empresario occidental quien de momento se relaja en el bar o con los masajes antiestrés en el hotel burbuja, mientras los esclavos trabajan en condiciones infrahumanas, subastados para la entrega inmediata de la ropa, la tintura de las telas, la confección, en fin, todo el proceso que implica la materialización de una prenda de vestir, proceso que se ha trasladado impunemente con la deslocalización desmedida de las empresas occidentales a países como India, Pakistán, Indonesia, Malasia, China, Bangladesh, México, ciudad Juárez es un caso más conocido y últimamente Brazil, mientras se le pagan millones a carísimas modelos, deportistas y estrellas sin luz por posar el prêt-à-porter, la última moda en esclavitud o el último grito de la civilización que mata con lo que consume.

Qué vergüenza lo que estamos haciendo con la humanidad. ¡Por dios! A dónde estamos yendo. A la ceguera que denunciaba Saramago sin duda, a la irresponsabilidad y a la irracionalidad del mercado capitalista que se nutre impunemente de la miseria de gran parte de la humanidad.  No soporto a veces ese exceso de vanidad y menosprecio por la condición humana que se expresa en la adoración a las marcas comerciales, sobre todo a las más famosas que han puesto a las personas como vallas publicitarias en su ropa, por ejemplo, esa moda de mostrar el borde o pretina de la ropa interior femenina y masculina que deja ver el nombre del diseñador y que ha enloquecido a los jóvenes occidentales quienes incluso, pienso yo, han adaptado el largo del pantalón de tal manera que al caerse se puede constatar que llevan la mencionada marca. Habiendo tanto para mostrar, una mirada, un gesto, un saludo, una palabra, tanto, que reflejan la condición interior del ser humano, solo se ve la marca, la maldita marca exterior.

Por lo que toca a los responsables de lo sucedido en Bangladesh, espero la investigación que posiblemente no será exhaustiva, espero se sepan las causas que ya sabemos, espero que las empresas sigan haciendo lo mismo pero también creo en que no todos los negocios son sucios ni los empresarios son inhumanos.  Espero que ese dinero por exportaciones que dicen ganar sea para el bienestar de la población y no para unos pocos, espero que no muera ni se enferme más gente después de este hecho. Sí, espero mucho y no dejo de tener esperanza. 

Pero también, más allá, que es cada uno de nosotros, espero más, quiero que miremos si somos partícipes de esa cadena de apoyo a la materialización de la existencia humana.  Por lo que me toca a mí, que soy tan responsable de lo que me pongo como de lo que como, después de la crítica, me hago la autocrítica, qué hago yo frente a lo que cuestiono, cuál es mi actitud, qué puedo cambiar, cómo puedo transformar desde mi diminuta realidad que sumando puede transformar poco a poco.  Pues bien, de mi parte, desde hace unos años he decidido no comprar productos que digan MADE IN CHINA, MADE IN BANGLADESH, ETC. He decidido apostar por los productos locales, por la manufactura cercana, no me sirve el criterio de "muy barato" para comprar, si se pasa de mi presupuesto mejor no lo compro, pero si he de comprar digo, me puede mostrar productos hechos aquí y a veces encuentro, a veces, pero cada vez menos.  Lo lamento en voz alta y me voy tan contenta.  Sí.  He decidido, para disgusto de la mayoría de dependientes o vendedores que necesariamente asumo en mi carácter de inevitable compradora, que después de cerrar la puerta dirán, qué mujer tan pesada, o más, me lo dicen directamente, pero y eso qué importa, no ve la calidad, no ve el precio, no ve la belleza de este producto, y les digo, no puedo ver esas virtudes en productos que para llegar a mis manos están matando a muchas personas en el mundo, están vulnerando derechos tan fundamentales como la salud y la seguridad laboral, que se producen a costa de la dignidad de mujeres, hombres y familias que para conseguir mísero dinero al día, sufren la enfermedad, la angustia y las penurias de la esclavitud moderna. Y, bueno, tiempo perdido en algunas ocasiones pero en otras no, como cuando en voz baja me dicen, expliqueme por qué y puedo echarles mi resumido y sabido discurso que no siempre me demuestra que la ignorancia (o la incosciencia) es atrevida, y en gratos encuentros me agradecen sinceramente la información y muestran su perplejidad.  Pues sí, esa es mi marca personal, la de cuestionar lo que me deshumaniza, porque cuando acepto la deshumanización del otro, me estoy deshumanizando yo, estoy siendo cómplice de la degradación de la misma vida.   

Propongo una campaña individual, desde cada persona, cada hogar, cada pequeño núcleo, un sencillo acto que no cuesta nada, MIREMOS LA MARQUILLA, la etiqueta que nos identifica, a quién representamos, de qué esta manchada mi ropa, de quién está hecha; hagámonos esta pregunta, ¿soy una valla, una cosa o soy una persona?  O quizá podamos incluir una nueva etiqueta que diga:
 ¡MADE IN MY HEART.  HECHO EN MI CORAZÓN! 

martes, 6 de noviembre de 2012

GLOBALIZACIÓN DE LA CONSCIENCIA PERSONAL

Transcribo unos comentarios sobre el libro "Traficantes de Salud", de Miguel Jara, una mirada sobre el negocio de la enfermedad (no de nuestra salud) en estos tiempos de corrupción de todo tipo pero no por ello de desesperanza, porque los usuarios (o consumidores de medicamentos) pueden cambiar el rumbo de esta degradación.  A una globalización de nuestra vida como objeto del mercado, una globalización, una cadena de consciencia plena sobre nuestros actos, entre ellos, el de ser manipulados por la industria farmacéutica. Seguro que hay salidas, eso sí, pienso yo, desde cada pequeño acto cotidiano, unos y otros, y después muchos, sumaremos para transformar la realidad, que primero es de cada uno y luego colectiva.

SALUDOS Y SALUD
Traficantes de SALUD


CÓMO NOS VENDEN MEDICAMENTOS PELIGROSOS Y JUEGAN CON LA ENFERMEDAD...
Con el paso del tiempo y el esfuerzo promocional de los laboratorios farmacéuticos los medicamentos han pasado de ser bienes esenciales a simples objetos de consumo. Hoy las reacciones adversas a los fármacos ya son la cuarta causa de muerte en países como Estados Unidos. Este libro es un documento imprescindible para conocer qué medicamentos peligrosos están a nuestro alcance y cuáles han producido muertes o graves daños en la salud de las personas en los últimos años. 

El libro es un recorrido por la cara B del sistema sanitario. Durante más de cuatro años Miguel Jara ha investigado las estrategias que utiliza la industria de la salud y de la enfermedad para ser, entre otros, el negocio legal más rentable del planeta.

Sepa cómo se inventan enfermedades para crear nuevos mercados y convertir en pacientes a los ciudadanos sanos, cómo se manipulan los ensayos clínicos a favor de los laboratorios, cómo se vence la voluntad de muchos médicos mediante la promoción, cómo se controla a los trabajadores rebeldes y a los medios de comunicación o cómo se espía a los ciudadanos a través de la receta médica o mediante la implantación de la tecnología de radiofrecuencias en los envases.

Conozca el grado de corrupción al que ha llegado el sistema sanitario actual.
Qué medicamentos son ineficaces y el fraude científico que suponen muchos de ellos, las consecuencias humanas de la desigualdad del abastecimiento que promueve el mercado o la alternativa que representan los preparados genéricos y cómo intentan desplazarlos las compañías farmacéuticas.

Traficantes de salud saca a la luz informaciones ocultas o que pasan desapercibidas para la mayor parte de la ciudadanía y que afectan de manera decisiva a nuestra calidad de vida.

Éste es un libro con efectos secundarios:
después de leerlo su manera de entender la salud habrá cambiado.

El autor:
Miguel Jara (Madrid, 1971) es periodista especializado en la investigación y análisis de temas de salud y ecología. Trabaja para Cronosur Madrid (Crónica de Madrid/Guía Madrid Ocio), *The Ecologist, La Clave, EcoHabitar, Discovery DSalud o Integral*. También ha difundido informaciones relacionadas con este libro en *Playboy, Tiempo*, el suplemento A Tu Salud de *La Razón*, Archipiélago, CuerpoMente, Diagonal *o *Libre Pensamiento*.
traficantesdesalud@gmail.com

Ha realizado la investigación que sirve como base para el documental *Carga tóxica* de Documentos tv de La 2 (TVE), que versa sobre los efectos en nuestra salud de las más de 100.000 sustancias químicas peligrosas que hay liberadas en el medio ambiente. Comenzó su trayectoria en la extinta revista crítica *Motivos de Actualidad*.

Como cofundador de la editorial Contrastes S.L., es autor y colaborador de varios libros monográficos para la Sociedad General de Autores y Editores (sgae ). En breve verá publicado un libro sobre los *lobbies* industriales que actúan contra la salud pública y el medio natural, del que es coautor.

"Sencillamente MAGISTRAL, se lo digo sinceramente.
Un libro muy riguroso de un autor valiente que cuenta una historia amena, muy documentada y fácil de leer. Este trabajo acerca a la ciudadanía informaciones decisivas para conservar su salud que a menudo pasan desapercibidas. Es una aportación fundamental para anteponer las personas a los negocios".
Juan José de López Torres, Presidente de la Asociación Nacional de Consumidores y Usuarios de Servicios de Salud (*Asusalud*).

"Este libro muestra una situación intencionadamente caótica, provocada por los intereses económicos de un puñado de transnacionales farmacéuticas, dueñas de la salud y la enfermedad de todos los ciudadanos del mundo. Somos su negocio desde antes de nacer hasta que morimos y atreverse a afirmar que existen crímenes corporativos y documentarlos, además, es un trabajo de mucha envergadura y responsabilidad. Hacía falta alguien como Jara que tuviera no sólo el tiempo sino la valentía de empezar a hablar, a afirmar, a probar y a poner las cartas sobre la mesa".
*Ángeles Parra, Secretaria General de la *Asociación Vida Sana* y Directora de *BioCultura*, Feria de las Alternativas y el Consumo Responsable.

"Durísimo libro de denuncia sobre el actual sistema sanitario".
Según la Revista *Discovery DSalud *.

Para más información:
Mónica Bertrán, prensa de Icaria Editorial.
* Más información en su Web... (Enlace...)
premsa@icariaeditorial.com,
Teléfono: 933 011 723

INTRODUCCIÓN: MORIR DE SALUD.
La enfermedad se apodera de nuestro organismo. Acudimos entonces, de manera casi robótica, al consumo de algún medicamento.

Queremos curarnos, alcanzar la salud. Lo último que esperamos es fallecer en el intento. Morir de salud. El número de personas que pierden la vida al ingerir fárrmacos crece. En Estados Unidos ya es la cuarta causa de muerte y en ocasiones se han equiparado las cifras con el número de fallecidos en accidente de tráfico.

La primera parte de este libro recoge los casos de muerte por consumo de fármacos (iatrogenia) más importantes que se han producido en nuestro país en los últimos años. Personas con nombres y apellidos que fallecen o que quedan gravemente afectadas en la ilusión de superar su padecimiento.

Familias destrozadas. En unos casos, condenadas a luchar por encontrar justicia. En otros, vencidas por la infinita tristeza de quien sabe que no queda otra opción que continuar el camino sin el otro.

En segundo lugar, mostramos quién es quién en el entramado que gestiona la salud y el tratamiento de la enfermedad. Las corporaciones farmacéuticas responsables de la iatrogénia, la corrupción, la ineficacia de numerosos fármacos, su peligrosidad, el fraude científico que supone en muchos, la desigualdad del abastecimiento que promueve el mercado o la manipulación de voluntades que caracteriza al sistema sanitario que conforman.

Son crímenes corporativos que suelen quedar impunes.
Hemos escogido doce de los mayores laboratorios farmacéuticos y los presentamos por orden alfabético. No son todos los que son pero son todos los que están y su elección coincide más o menos con los más importantes del sector.

De alguna manera fueron ellos los que se autoescogieron como muestra representativa, pues son los que más han destacado en el ingente proceso de acopio de material documental para este libro.

En un tercer bloque, explicamos qué estrategias utilizan las compañías farmacéuticas para aumentar las ventas de sus productos y por tanto sus beneficios.

Cómo intentan perpetuar su lucrativo negocio: ensayos clínicos manipulados, invención de enfermedades para abrir nuevos mercados, represión sobre profesionales honestos, ejércitos de vendedores que vencen la voluntad de numerosos médicos, publicidad engañosa o control de los medios de comunicación. Es "El secuestro de la salud".

Por último, no podíamos olvidarnos del marco de globalización capitalista en el que juega y gana el entramado farmasanitario internacional.

La industria de la salud y de la enfermedad no es ajena ni mucho menos al actual estadio del capitalismo conocido como globalización. Al contrario, es uno de sus principales impulsores: financia partidos polÌticos que una vez en el gobierno devuelven los favores; presiona a los poderes estatales y en las instituciones transnacionales para que se adopten los acuerdos de propiedad intelectual que promueve, dirigidos a extender las patentes de sus productos; trata de globalizar el consumo de medicamentos ó de crear nuevas necesidades, de sumar beneficios allí donde existen poblaciones capaces de pagar los altos precios de sus brebajes o saquea sin pudor el conocimiento milenario indígena en regiones planetarias que no obtendrán compensación a cambio.

Al mismo tiempo, castiga a los países discolos que rompen las normas del juego, dictadas por ella, para conseguir fármacos esenciales para sus habitantes contagiados con el VIH/sida o que sufren enfermedades olvidadas.

Lo hemos denominado "La globalización de la enfermedad".
Tras la incuestionable eficacia de numerosos preparados farmacológicos se esconde, de manera interesada, una colección de realidades que pasan inadvertidas para la mayorÌa de los ciudadanos.

La enfermedad es la materia prima de la industria que fabrica los remedios. Las corporaciones farmacéuticas dirigen sus principios activos a atacar los síntomas de cada trastorno, no sus causas. Así, los problemas perduran y los beneficios económicos que producen también.

Pese a que la enfermedad es un filón importante para esta industria -ley de vida: unas personas nacen, otras mueren, y en el camino enferman, el mercado de medicamentos está saturado.

Principalmente, debido a la enorme cantidad de antídotos lanzados cada año y a la presión que ejercen las multinacionales farmacéuticas para avivar de manera constante el consumo. Esto ha conducido a una situación insostenible en las sociedades occidentales: cuerpos rebosantes de drogas legales. Enfermos saludables.

No satisfecha con ser el conglomerado empresarial más rentable del planeta, el grupo de presión farmacéutico ha encontrado en la salud nuevas oportunidades de negocio. Sí, en la salud. La enfermedad es rentable pero los accionistas siempre quieren más.

Desde hace algún tiempo buena parte de los preparados que lanzan al mercado los laboratorios están diseñados para alcanzar un bienestar ilusorio: mejorar la salud o p reven ir dolencias que la pongan en peligro en un futuro. Son fármacos de estilo de vida; occidental, por supuesto. El fetichismo de la mercancía adquiere asÌ forma de píldora. La ciudadanía de los países denominados desarrollados intenta encontrar en estas fórmulas químicas una especie de pasaporte al mundo del no dolor. Para los traficantes de salud no importa tanto si la persona está enferma como el tratar de vender la idea de que siempre puede estar mejor, más sana que sana, aunque en verdad no necesite ningún tratamiento.

No dudamos de que buena parte de los medicamentos tienen un gran valor para las personas. Sí afirmamos que en numerosas ocasiones los intereses del sector y los de los ciudadanos no coinciden e incluso, como veremos con profusión, existe un soterrado enfrentamiento entre las empresas y la población. Dicho sea de paso, las primeras suelen imponer su voluntad sobre las segundas, verdadero sujeto de los hechos. En la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte los separe.
Sierra de Guadarrama, noviembre de 2 006
Traficantes.p65 19/12/2006, 13:20 11

Información alojada y relacionada desde Ibérica 2000:
* Crímenes contra la humanidad perpetrados por las industrias farmacéuticas... (Enlaces...)
* Nestlé y Novartis fueron multadas en España.
* "Novartis y Bridgestone" las empresas más irresponsables.
Insertado por: Alfonso143 (08/02/2007)
Fuente/Autor: Miguel Jara